COMUNIDAD SIERVOS DE CRISTO VIVO 
Casa de la Anunciación de Orlando

CARISMA Y VOCACION 


La Comunidad Siervos de Cristo Vivo reconoce como miembro a aquel católico que ha tenido un encuentro personal con Jesucristo, reconociéndole como su Salvador y Señor y que, identificándose plenamente con el espíritu comunitario, acepta vivir por completo todo lo señalado en sus Estatutos. Cada siervo desarrolla su compromiso con la Comunidad con la libertad que las obligaciones de familia y trabajo le permiten. El “Siervo de Cristo Vivo” no es un título que se otorga a una persona, sino una forma de vida para el servicio al prójimo. Por esta misma razón, un siervo no se hace, sino que se reconoce, y luego es invitado a formar parte de la Comunidad.


CONTEMPLACION 


Un miembro de la Comunidad Siervos de Cristo Vivo es una persona orante. La vida de oración (personal y comunitaria) es la fuente, el alimento, la garantía de la transformación que evangeliza: sólo un corazón contemplativo y transformado puede ser un corazón evangelizador. El centro y alma de su vocación contemplativa es la Adoración y la intercesión ante el Santísimo en la Santa Eucaristía.


EVANGELIZACION  


El Papa Pablo VI afirmaba que “La Iglesia existe para evangelizar” (EN 14). Lo mismo podemos decir: “La Comunidad Siervos de Cristo Vivo existe para evangelizar. Con las fuerzas recibidas en la Contemplación podemos salir a testificar que ¡Jesús está Vivo! La proclamación de esta Buena Noticia es una respuesta al llamado de la Iglesia a una Nueva Evangelización: nueva en su ardor, en sus métodos y en su expresión. Esta vocación misionera se concretiza a través de diversos ministerios, tales como: Grupos de Oración, Retiros, Ministerios de Parejas, Jóvenes, Intercesores y Adoradores, etc. pero muy especialmente, las Escuelas de Evangelización en donde se forman formadores de evangelizadores. 


TRANSFORMACION 


Cada miembro se compromete a aspirar consciente y permanentemente a que toda su vida se vaya transformando radicalmente hasta llegar a ser, aun en medio de su debilidad y pobreza, una presencia viva de Cristo por la acción del Espíritu Santo. Ser un siervo de todos sólo es posible con una profunda vida en el Espíritu. La misión del siervo, por tanto, será pacificadora en todo momento y su vida será la construcción y aplicación de la Paz, signo seguro de la presencia de Jesús.